sábado, 12 de abril de 2008

El Mago de la Arena

Las salidas del sol marcan sus días laboralmente hábiles. Su oficina no es la calle, pero su techo si es el cielo. La arena en sus pies simula una vieja alfombra marrón, rugosa y gastada por el paso del tiempo y la pisada de miles. Joven, de postura erguida, con torso al aire y pies descalzos, lleva escondido en sus puños cerrados el secreto de un misterio horroroso y a la vez increíble.

Comienza el día posicionándose en la playa Bristol, cerca de las barandas que dan a la senda peatonal. Siempre en bermudas, se arrodilla, clava sus manos en la arena, la acaricia, le canta y allí comienza su acto ritual. Como si estuviera en contacto con otro mundo invoca a seres mágicos, que poco a poco, con ayuda de sus manos, aparecen nadando en la rugosa alfombra marrón. Dragones, serpientes, cocodrilos se yerguen extraordinarios entre las sombrillas y reposeras.

Los chicos que corren detrás de la pelota se espantan al ver que su juguete quedó pinchado en la punta de un cuerno, e intentan buscar en sus pequeñas cabezas el arma de video juego que acabe con ese ser tenebroso. Las gaviotas quedan desconcertadas al ver un pez tan grande, se acercan en bandada y lo picotean, para ver si entre todas pueden darle fin a semejante almuerzo. Los que caminan distraídos saltan varios pasos hacia atrás cuando los ven de repente con las fauces abiertas, amenazando con quitarle algunos dedos a sus pies. Los que pasan por la vereda, a paso veloz (realizando su rutina de ejercicio al sol), no pueden evitar girar la cabeza abruptamente cuando, sobresaltados, descubren la presencia de una nueva especie marina que aún no fue descubierta por los biólogos marplatenses.

No quiero develar su secreto, pero el viento me contó que él encontró la fórmula para solidificar la arena y convertirla en arcilla para modelar una atmósfera de cuento de hadas malas. Como salidos de las pesadillas de Ramona Montiel, sus monstruos espantan a las personas, las alteran y las llenan de temores e intrigas. El, como Berni, logró desestabilizar las certezas y remover los instintos más hondos del hombre de ciudad.

Aunque no faltará en un futuro algún incrédulo que llame a Green Peace culpando al hombre de tener disecadas especies en extinción, cubriéndolas con arena para lucro propio. La temporada ya se acabó, pero su obra está eternamente inconclusa; la pincelada maestra la da un oficinista con traje que, al ver su obra pega un grito de horror.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tatiana:
Bien ahí con las notas y tus relatos. Se ve que tienen un contenido bastante "literario", eso está bueno, vale la pena leer cosas que no sean las que se ven a diario.
Saludos y suerte!

pedringui dijo...

Si, el incrédulo que llamo a Greenpeace fui yo!
Jajajaj
Te felicito. Cada uno de tus post es mejor que el anterior.
Me llamó mucho la atención (por la originalidad) que hablaras del artista que se ocupa de modelar esas obras. No conozco nada de él, pero realmente se merece este reconocimiento y muchos más.
Me gusta mucho esa pincelada literaria que le das, que te acerca al personaje de una manera más íntima y rompe con la frialdad que puede llegar a tener una biografía.
Seguí así que venís bárbaro!!

Anónimo dijo...

la autora realmente sabe crear en el lector imàgenes y sensaciones. muy interesante su mirada de personajes de la realidad cotidiana.
odontòlogo