lunes, 25 de febrero de 2008

Presentación

Miramos sin ver, pasamos sin estar y todos los días convivimos con un mundo que no conocemos. Sumergidos en la monotonía, actuamos como seres programados, recorriendo los mismos caminos, casi sin pensar en lo que hacemos. Las ideas consumistas atacan nuestras mentes y el valor de las cosas solo es medible en términos económicos. Los instantes y los segundos son tan insignificantes para nosotros que jamás detenemos nuestro trajinar para prestar atención a los pequeños milagros diarios.

Al salir de tu casa, puertas afuera, hay un mundo conocido que debería ser redescubierto; personajes, historias de vida, lugares que por estar incorporados a nuestra cotidianeidad pasan inadvertidos a nuestra visión casi acrítica. Están escondidos y a la vista de todos, son fantasmas que nos acompañan todos los días sin que lo notemos. Los chocamos al cruzar la plaza y aceleramos el paso cuando vemos que caminan hacia nosotros; echamos insultos al viento cuando nos hacen perder preciosos minutos de nuestro invariable ritmo de vida sólo para ofrecernos un puñado de sensaciones inexploradas. No sabemos que hacen ahí ni nos preocupamos por entenderlo, notamos su presencia cuando de algún modo, para bien o mal , provocan un quiebre en nuestro estado de ánimo.

Entender a los marginados, encontrar a los escondidos, aplaudir a los heroicos, admirar a los creativos, recordar a los perdidos y dejar de mirar de reojo a aquellos que son diferentes a nosotros serán objetivos a cumplir con estos escritos. Porque unos cuantos no son la mayoría, pero si miráramos un poco más, podríamos rescatar una minoría oculta. Y los que parecen locos dejarán de serlo cuando conozcamos sus sentimientos; y los raros serán los más cuerdos cuando usemos su vestimenta y sus zapatos. Quizás caminando junto a los que no se mueven logremos entender lo que no entendemos y la próximo vez que pasemos frente a ellos, en vez de tirarles una moneda barajemos un “buenos días”.

No hay comentarios: